jueves, 6 de septiembre de 2007

Al Poeta y al Maestro

Jorge Barojas Weber
Homenaje a la memoria de

JUAN DE OYARZABAL

Facultad de Ciencias, C.U.
México, D.F. 7 de junio de 1977.


Científica, cultural y humanamente, la vida y la obra a la cual deseamos rendir homenaje han sido fuentes de bien, de verdad y de belleza. Ahora vida y obra aguardan nuevos brotes en sus herederos, su esposa, hijos y familiares, sus compañeros y amigos, nosotros todos sus discípulos. El único homenaje digno es mantener activas las enseñanzas vitales que supo transmitirnos, siendo mejores, como él lo fue y a través de nuestros hechos podrá seguirlo siendo.

Como respuesta a las separaciones inevitables podría caerse en la desesperación estéril o buscarse el consuelo metafísico fincado en promesas, pero las vidas construidas con sencillez, nobleza y altura nos obligan a ir más lejos, pues trascienden la historia individual para moldear la conducta de un medio en el cual han sembrado su sabiduría compartida y su bondad entregada. La audacia de su ejemplo perdurable convirtió en poesía, visión y enseñanza todo lo que a su alcance estuvo y que con intención provocadora acercó a los demás para servirles de apoyo, de orientación y de estímulo en su propio navegar humano. Esas vidas no desaparecen cuando el fuego de la chimenea se apaga, son parte de las nuestras y se multiplican y agigantan al extenderse la fecundante reacción en cadena que solo los verdaderos Maestros son capaces de propiciar entre sus semejantes.

Somos conscientes de que el último viaje del marino ha terminado. Para su cuerpo cansado no habrá tierra seca ni piedra endurecida; el escogió el mar, el sol, el viento,… y si en su vida existieron torres de ilusión y de esperanza, hoy contemplamos los caminos y los puentes por él trazados, a través de los cuales podremos llegar al mar y buscar la otra orilla, la de la oculta realidad de nuestra inagotable materialidad finita.

La obra de este malagueño, de este vasco universal, está en marcha; es un semillero espiritual del que han nacido y nacerán, el amor para crear, la pasión para enseñar, la integridad para el combate. Su obra es variada, multidimensional su personalidad, habiendo sido, además de marino, físico, poeta y maestro: esperantista, taurófilo, arquero, hipnotizador, filatelista, prestidigitador, traductor y autor de libros, historiador, pintor, conversador ameno, humorista fino y caballero andante. Es también, y lo será en forma permanente en nuestro espacio-tiempo existencial, un luchador radical, porque ha llegado a la raíz del hombre y un revolucionario, en tanto que ha transformado a los hombres y a sus estructuras, presentando nuevos horizontes a las trayectorias cósmicas que habrá de seguir la línea del universo de nuestra sociedad.

En otro aspecto, con gracia e ingenio inigualables, supo ser un mentiroso genial y de la frase inventada, dicha o recordada, del hecho, de la anécdota o del murmullo, sabía pasar a la leyenda, al mito y a la historia, mezclándose él mismo con personajes auténticos o ficticios. Por ello, su anecdotario es complejo, tiene componentes real o imaginaria y llenaría páginas, tal vez volúmenes,…, quien no recuerda las virtudes de la mujer potable, el encanto de los floripondios, el alumno que después de escribir la matriz de la inversión total quedó totalmente invertido, el problema del palo mayor en la batalla de Trafalgar, las travesuras en Bariloche de aquel profesor sin melena que andaba tras de una chilena, su famosísima e infalible regla mnemotécnica que a veces se le olvidaba, el por qué su padre tuvo medalla y él a pesar de sus batallas no tenía, cómo se les escapó a los alemanes en la guerra, por qué fue a Madrid como corredor de mil quinientos metros y otras tantas y tantas historias, que narrarlas y escucharlas y gozarlas sería como revivirlo, compartiendo esa su herencia inagotable. Así será sin duda alguna, porque de su trabajo, de su paso por la existencia queda el eco envolvente que regresa con el mar cuando el sol se ha ido. Hoy quisiera referirme al poeta y en especial, al maestro:

“Ĉe l’bordo de l’rivero
Ĉe l’bordo de l’rivero kaj senĝene
kuŝante sur la tero
la korpo svenas splene…
la pensoj flugas, flugas senrimene.

Jam ĉio carme mitas.
Jam iĝas ĉio vitra kaj glazura.
Jam ĉio, ĉio ritas,
ĉe l’bordo freŝa, pura
ĉe l’bordo verda de l’river’susura.

Per sorĉa liturgia
el lumo, verso, nubo kaj arĝento
burĝonas la magio
mirakla de l’momento
dum falas la petaloj de l’silento.”

Como poeta, dos veces laureado con el Premio Internacional de Poesía en Esperanto, ha producido numerosas obras y uno de sus poemas más conocidos en español, un soneto en monosílabos, es de antología:

“Y
NO
LO
VI

NI
DO
YO
FUI.

SE
FUE
YA?
DI!
SI!
AH!”

Durante sus últimas conferencias en público conocimos su soneto a la segunda Ley de Newton, su balada a las tres leyes de Ohm y el soneto

¿QUÉ ES LA FÍSICA?

“¿Qué es la Física? – pregúntame indiscreto
un joven, cuyo espíritu barrunta
que podré a contestar a esa pregunta
en los catorce versos de un soneto.

¿En los catorce versos? ¡Por San Cleto!
¿Cómo encerrar ahí la marabunta
de los temas que el físico arrejunta
si no caben en grueso mamotreto?

¿En los catorce versos? ¿quién se atreve
si el soneto, en verdad, es cosa breve
y la Física es todo el Universo?

¿En los catorce versos? ¡Ni de chiste!
¡La Física no muere, siempre existe,
y el soneto murió con este verso!”

También ha sido destacada su producción en géneros menores, como el de bombero, como fabricante de bombas, los ingeniosos, breves e improvisados versos que suelen producirse en la península yucateca. Durante los festejos que solían acompañar a la realización de los Congresos de Física, en particular en los tiempos dorados en que los recursos eran escasos pero el entusiasmo abundante, la ocasión era propicia para reunirse y conversar de Física y de otras cosas, en especial si esto pasaba durante una comida en una cervecería. Allí fue donde su autoridad convincente y nada dictatorial me comisionó para leer algunas bombas, producto de la imaginación de los comensales; pero antes de ello y en la mesa, nuestro maestro nos dio cátedra. Siendo un profundo conocedor del alma humana y hombre de acción constructiva en todas sus decisiones, intervino con la indicación acertada para ayudar a expresar ideas y a darles forma y fue así como resultaron varias cuartetas. Sin embargo, de una de ellas él fue totalmente responsable, pero gracias a su prodigioso arte de inventar y de hacer creer a los demás aquello que no era pero que pudo haber sido, esa bomba pasó a ser propiedad de quien la usufructuó con gran provecho:

“Estela, linda morena,
venida del Tucumán,
es perla de este Congreso
en Mérida, Yucatán.”

Del átomo de Bohr a las ecuaciones de Hamilton-Jacobi, del grupo de transformaciones de Lorente a la paradoja de los gemelos, de la tabla periódica de los elementos al S(U)3’ de los paréntesis de Poisson a los diagramas de Feynman, de los problemas de péndulos y chaquiras a los teoremas con cuaterniones, de la ecuación de Dirac al principio de Arquímedes,… , un breve muestreo de su vasto repertorio en Física es insuficiente para expresar su conocimiento y los límites de su acción, las consecuencias que su perturbadora existencia provocó en muchos de nosotros.

Su dimensión de maestro es como el universo einsteniano, finita pero ilimitada; la casi perfecta armonía de sus cursos, el lirismo de concertino de sus notas y apuntes, las trampas pedagógicas en que hacía caer a sus alumnos, para luego rescatarnos con emoción y lanzarnos con ímpetu e inclusive vértigo, hacia mayores alturas del conocimiento o hacia mayores profundidades de la duda y de la búsqueda. Sus escritos son desde hace mucho tiempo parte de los clásicos de la literatura científica. Por varias razones, es un virtuoso de la Didascálica mas que un artífice de la Didáctica; un genio de los Cristomatías, esos tesoros logrados cuando se juntan ideas para propósitos de enseñanza. Creador de palabras y mago de las mismas, en verso y en prosa, habladas o escritas, las palabras en él son como estampas marinas propias del ensueño, del canto o de la lucha, son el paso de lo trágico y doliente a lo vivo y permanente.

Si supo ser un maestro cautivador y lleno de entusiasmo, capaz de generar inquietudes y de orientar vocaciones, es porque a lo largo de toda su vida y en sus numerosos y diferentes registros fue un investigador responsable. Sus deseos de lograr una verdad más pura y de comunicarla sin pretensiones de lucro o prestigio personal, dieron a sus acciones un timbre de originalidad, de constancia, de gusto por el trabajo callado, cumplido y completo. Esa creatividad, simpatía y frescura en su trato, en su discurso, en su obra, son resultado del estudio, una tarea paciente y cuidadosa de muchos años, teniendo que vencer dificultades que ahora nos parecerían del dominio de la fantasía, a no ser porque ya son parte de nuestra historia.

Por antonomasia, maestro de muchas generaciones de científicos mexicanos, físicos fundamentalmente, es un caso extraordinario en nuestra comunidad, de lo que debe ser un investigador, un divulgador y un creador de cultura científica. Siendo de los constructores, de los pioneros de la Física en México, encontró en su tarea el tiempo y el modo para rodearla de belleza y ennoblecerla con la intención siempre renovada de ofrecer a la juventud los mejores frutos de su intelecto. Un científico abierto a las inquietudes, a las necesidades y a las posibilidades del ser humano, que hacía de la conferencia, de la cátedra, del artículo, un arte, un poema, esas joyas que el amor por la existencia pule con ardor en largas horas de silencio. Un crítico de su tiempo, en pensamiento, palabra y acto, que quiso ser tan sólo un buen profesor de Física y, habiéndolo logrado como pocos, nos dio enriquecedoras lecciones en múltiples aspectos de la vida, llevando la investigación en problemas de enseñanza a niveles ejemplares, sensibilizándonos acerca de la importancia de enseñar bien la Física y otras ciencias y señalando para muchos caminos de acción constructiva en los cuales ha dejado su huella en forma imperecedera

En esta Facultad, que no conoció, pero que diseñó y construyó como gran escultor de algunos de sus alumnos, habrá un Aula Magna con su nombre. Para las nuevas generaciones podrá significar tan solo eso, un cuarto y una placa; para la Física, la ciencia y la cultura en México, es el gérmen de una nueva etapa, algo como una pequeña quemadura infinita que mantendrá despiertos, atentos al porvenir, activos en esa su tarea de comprender, embellecer y transformar al mundo.

En sus Lecciones Elementales de Física leemos al final:

“Avanza el peregrino
con la vista preñada de un temblor de esperanza
por las ásperas piedras de su largo camino.
¡Qué dura es la jornada! A lo lejos se alcanza
a ver sólo la niebla de un incierto destino…
pero lento y cansino
por su largo camino el peregrino avanza.”


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